La ciber… ¿qué?
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La ciber… ¿qué?
En esta ocasión, voy a atreverme a escribir sobre un tema totalmente desconocido para mí, pero que a raíz de una entrevista realizada a una investigador de Mondragon Unibertsitatea, he llegado a comprender y/o entender. Hablo de la ciberseguridad, que tan en boga está hoy en día. Dícese de la seguridad informática o mejor dicho del malicioso uso de los datos personales-privados de una persona, empresa, entidad o asociación. El fin es siempre económico y mayoritariamente se utiliza el chantaje para conseguir una cantidad económica a cambio de la devolución de los datos robados.
Aunque parece que esta amenaza afecta solo a grandes compañías, los expertos hablan cada vez más de las precauciones que cada uno de nosotros debemos adoptar si no queremos tener algún disgusto. Porque, de partida, cabe aclarar que los ataques no se pueden prevenir, es decir, cualquier dispositivo que se conecte a Internet tiene el riesgo de sufrir un ataque en cualquier momento. Sí, sí, hablamos de cualquier dispositivo, … Un, dos, tres, díganos aparatos de su entorno que están conectados a Internet: el ordenador, el teléfono móvil, la tablet, el televisor Smart TV, … Y ¿si hablamos del Internet de las cosas? ¿a qué nos suena? En este caso, hablamos del termostato de agua caliente, del mando del garaje, de la bombilla con conexión Wi-Fi, la cámara de fotos y vídeo, los electrodomésticos de casa, los routers, el reloj, el coche, … todos estos aparatos están conectados a Internet, por lo que se convierten en vulnerables. Pero, lo peor de todo esto no es ser vulnerable sino la imposibilidad de protegerse. De hecho, los fabricantes y los expertos en seguridad informática aseguran que la actualización del software es una manera de protegerse, puesto que el antivirus es también actualizado pero, ¿cuándo has actualizado por última vez el software del Smart TV o el de la cámara de fotos? Seguramente nunca, porque de hecho no existen. He ahí un gran vacío legal que gobiernos e instituciones están intentando afrontar.
Porque, ¿qué pasaría si los piratas informáticos manipulasen el volante de tu coche, bloqueasen las puertas o desactivasen los frenos? Los primeros casos ya se han dado en vehículos que tiene ordenador a bordo. En este ámbito poco o nada podemos hacer porque las recomendaciones se dirigen más al fabricante, quien debe garantizar la seguridad de forma preventiva, antes de resultar perjudicado el sistema operativo.
Al hilo de este tema, me he acordado de que recientemente un compañero de trabajo nos habló de la serie británica Black Mirror, que gira en torno a la tecnología, de cómo afecta a nuestras vidas, en ocasiones sacando lo peor de nosotros. El director de la serie explicó que “El espejo negro (black mirror) título es lo que usted encontrará en cada pared, en cada escritorio, en la palma de cada mano: la pantalla fría y brillante de un televisor, un monitor, un teléfono inteligente.” Aunque parece que hablamos del futuro que viene, ya ha llegado y está entre nosotros.
Finalizo con alguna frase que he cogido de aquí y de allí, que pueden servirnos para reflexionar, y que quizá nos produzca algún escalofrío:
- ‘Hackear’ tu Facebook solo cuesta 91 euros y bloquear un sitio web, 15.
- El mayor ataque de la historia de Internet ha sido efectuado por millones de dispositivos del Internet de las Cosas que están mal protegidos.
- La mejor manera para que quedemos expuestos es conectar nuestros dispositivos a una wifi pública.
- Existen páginas web dedicadas exclusivamente a ver lo que están grabando cámaras de móviles personales y conseguir datos personales.
- Un estudio del gobierno americano del año pasado dice que el término medio que tarda una empresa americana en enterarse de que ha sufrido un ataque informático es de seis meses. (Lo que no sabemos es cómo se contabilizan quienes no llegan a enterarse nunca).
- Se espera que en 2020, haya más de 20.400 millones de cosas conectadas en todo el mundo, una cifra que hace años era impensable pero que con la revolución tecnológica se ha convertido en una realidad.
- Se empiezan a diseñar ataques contra líneas de transporte o de distribución, como gasolineras. No roban información, roban cosas como gasolina, grano. Entran en el sistema y cambian las medidas. También hay ciberespionaje muy profesional. Todo eso lleva a un único escenario posible: el ciberterrorismo.
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